Liderazgo al estilo de Colombia
Vengo llegando de unos días en Colombia donde tuve la oportunidad...
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Rafael Mies
Vengo llegando de unos días en Colombia donde tuve la oportunidad de reunirme y conocer al equipo que diseño y ejecutó el plan de rescate a Ingrid Betancourt y otros 14 rehenes de manos de la FARC.
Este encuentro se llevó a cabo en el Inalde, la escuela de negocios de la Universidad de la Sabana en Bogotá. Ellos escribieron el caso: “Operación Jaque” en el que sacan enseñanzas para el mundo empresarial de esta histórica hazaña del ejército colombiano. Del sinnúmero de lecciones y aprendizajes aplicados a la empresa y el mundo del management quisiera subrayar tres que me parecen particularmente atingentes a nuestra realidad.
En primer lugar, éste es un caso de liderazgo de abajo hacia arriba. Fueron las radioescuchas, mujeres que trabajan en la base de la pirámide organizacional (usando lenguaje empresarial), las que idearon e impulsaron un plan de intervención de comunicaciones que permitió dar con la ubicación de los rehenes y luego preparar el terreno de la operación de rescate. Para hacer realidad su estrategia tuvieron que persuadir a muchas jefaturas y escalas jerárquicas. Fue su convicción y entrega aquello que terminó por convencer a todos, incluso al propio Presidente Uribe para respaldar y hacer posible la operación.
En segundo lugar, las jefaturas promovieron e impulsaron una ejecución “cero error”. Habían muchas razones por las que esta operación podía ser imperfecta o con bajas. Sin embargo, desde el comienzo existió la más profunda certeza de que no sólo se podía sino también se debía ejecutar algo “perfecto”, en términos humanos. Para ello se tomó como fundamental cuidar todos los detalles, por pequeños que estos fueran. Hubo una atención extrema por aquello que para muchos podría haber sido considerado accesorio o marginal frente al tamaño del desafío. Desde la ropa a utilizar, las supuestas tarjetas de visita que identificaban a los soldados disfrazados de periodistas, hasta aquello que portaban en sus billeteras. Todo se realizó con extremo celo, para que nada de lo humanamente previsible, quedara al azar.
Por último el testimonio del sargento Malagón, quien estuvo más de 10 años en manos de la guerrilla. Éste, aún sin saber que estaba siendo rescatado y ante la invitación del pseudo periodista a enviar algún mensaje, señala: “Soy el sargento Malagón del Glorioso Ejército de Colombia”, desafiando a sus captores y dando muestras de amor y apego institucional aún en las condiciones más adversas. El sargento Malagón da cuenta que sólo cuando se está frente a un proyecto organizacional que tiene sentido trascendente, se tiene la fuerza para soportar la adversidad y desarrollar virtudes humanas que impactan positivamente a la persona y los que lo rodean.
Estas tres cosas: ejercicio del liderazgo en todos los niveles de la organización, hacer bien las cosas a la primera y sin excusas y, un sentido de pertenencia a un proyecto que trascienda y de sentido a lo que hacemos, resultan enseñanzas valiosísimas no sólo para Colombia, sino para todos quienes promueven el liderazgo en sus organizaciones o empresas.